Los molinos hidráulicos conforman una importante seña de identidad patrimonial de nuestro territorio: unos tesoros del pasado que hablan de testimonios y formas de vida de antaño que quieren ser escuchados. A pesar de ello, el transcurso de las décadas se ha convertido en un enorme hándicap para la conservación y puesta en valor de unas infraestructuras notablemente deterioradas por el abandono y el paso de los años.
La Vall d’Albaida, como muchas otras comarcas valencianas, es custodia de una buena parte de estas infraestructuras históricas, donde la abundancia de agua y las vertientes abruptas de la umbría del Benicadell han regado sus engranajes durante siglos. A pesar de las similitudes que este patrimonio valldalbaidino guarda con el resto del territorio, los molinos de la Vall responden a una historia muy particular, en la que el martilleo de los batanes empezó a tejer un patrimonio común: el textil.
Esta es la realidad que se esconde en el Barranc dels Tarongers de Ontinyent – Barranc de la Fos de Bocairent, un espacio en el que los restos de antiguos molinos de los siglos XVIII y XIX se dejan entrever entre el frondoso bosque de ribera regado por el curso alto del río Clariano. Este entorno, paralelo a la actual carretera autonómica que comunica ambas poblaciones, es cuna de la tradición textil bocairentina y ontinyentina, y al mismo tiempo también representa el estereotipo de los inicios del textil del resto de la comarca y de las comarcas vecina del El Comtat i el Alcoià.
El Barranc dels Tarongers de Ontinyent – Barranc de la Fos de Bocairent es uno de los numerosos barrancos que discurren en dirección sur – norte en la Sierra de la Umbría. Todos los barrancos de esta unidad geográfica se caracterizan por abrirse paso en terreno abrupto y escarpado, lo que da pie a la configuración de un trazado serpenteante.
La entrada al barranco desde el término de Ontinyent está rodeada por el Alto del Castellar y la Peña Roja, un prominente peñón que espera en sus inicios. Se cree que sus tonalidades rojizas serían las que habrían bautizado el barranco con el nombre de “tarongers” (“naranjeros”). Otros, no obstante, afirman que antiguamente se conrearon algunos naranjos al inicio del barranco, aunque actualmente no hay ningún resto que lo demuestre Sin embargo, hay opiniones contrarias a las dos teorías, que sostienen que la denominación que recibe el barranco no atiende a ningún motivo concreto.
El barranco, atravesado por el curso más alto del río Clariano, alberga una considerable cantidad de estructuras hidráulicas tradicionales: molinos, azudes, acequias, fuentes, etc. La ruta transcurre junto a doce molinos hidráulicos, que en sentido Ontinyent – Bocairent son: Molino de Toribio, Molino Patiràs, Molino de Lluna de Ontinyent, Molino del Barranc de la Fos, Fábrica Textil de los Julians o de Mora, Fábrica-Molino de los Beneyto, Molino adjunto a los Beneyto, Molí harinero de Pepe Juan, Molino de Pepe Juan, Molino de Piedra o del Primero, Molino de la Pedra o de la Cova i Molino de Lluna de Bocairent. Si realizamos la ruta en sentido Bocairent – Ontinyent, es necesario que invirtamos el orden. La mayoría de los molinos mencionados han funcionado como batanes o fábricas textiles, aunque también encontraremos algunos que se han dedicado exclusivamente o han combinado esta tarea con la producción de harina y papel.
Así pues, la ruta que aquí comienza propone un recorrido por la historia de cada uno de los molinos, ilustrada a través de paneles y audioguías y aprovechando el sendero PR-122 que transcurre por la parte más profunda de este barranco. Un paseo que quiere poner en valor y no dejar en el olvido las raíces de dos pueblos que comparten un valor común: el textil.
Fotografías: J.A Bernat
Textos y traducciones: Irene Ribera Sanz
